La reforma agraria y el sindicato de empleadas del servicio doméstico
Mi abuelo no solía llorar. Os voy a contar cuándo fue la primera vez que recuerdo verlo llorar. Hace unos quince o veinte años unos chicos del pueblo vinculados a eso que ahora llaman ‘Memoria Histórica’ vinieron a casa a ver si podía recordar unos hechos que habían pasado hacía más de cincuenta años. Mi abuelo por aquel entonces ya era una persona bastante mayor. Tenía problemas para acordarse de asuntos triviales del día a día.
Yo conocía a los
chicos de vista. Personas 10 o quince años más mayores que yo. Gente del pueblo
que había visto en otros ambientes, en las fiestas o en el fútbol principalmente.
Ellos se dirigieron primero a mi tía pidiendo permiso para hablar con mi
abuelo. Él no estaba nada por la labor. Prefería descansar, mi tía acabó
convenciéndole de que lo hiciera.
Las preguntas
parecían triviales. Mi abuelo era muy miope y no tuvo que hacer el servicio
militar ni ir a la guerra. Así que tampoco podía contar muchas cosas del frente. Dio respuestas vagas y poca
información, es difícil recordar todo. Hasta que le preguntaron por unas fechas
concretas en los meses después del Alzamiento.
Es curioso cómo
funciona la mente humana. Tienes problemas para recordar en qué año vives pero
el fuego marca recuerdos reprimidos durante años. Antes de empezar a llorar
relató muy nítidamente cómo y a quién habían sacado de casa aquella noche. Los
porqués no los tenía claros, aunque dijo lo que se comentaba por el pueblo.
Entre ellos ninguna causa política o religiosa. Básicamente, y esto es opinión
mía, la envidia y la mezquindad del ser humano. Cuándo le preguntaron que si
sabía quiénes eran los delatores, él no quiso contestar. A esas alturas ya
estaba muy nervioso y lloraba copiosamente. Mi tía les pidió que por favor le
dejasen tranquilo, su salud no estaba muy allá. Ellos se despidieron y le
pidieron que si se acordaba de algo más se lo hiciese saber.
-
“No
me voy a acordar de nada más” – contestó -, haciéndoles saber que no iba a
decir más de lo que ya había dicho.
En el pueblo de mi
madre tuvieron más suerte. Cuando los sublevados llegaron al pueblo el alcalde
los recibió personalmente y les dijo: “Aquí no hay ni rojos ni azules, aquí la
gente cuida del campo y de las ovejas”. Burgos tuvo la suerte de ser un
territorio de fascistas y caciques. Alguno pensará que eso no es bueno pero en
aquella época lo era.
Durante los
convulsos años de la Segunda República muchos ciudadanos se lanzaron a
conquistar sus derechos, o a que se reconocieran de facto lo que muchas veces
las leyes ya reconocían pero no se aplicaban en la práctica. Ley de reforma Agraria de 1932
La ocupación de
campos llevada a cabo en Badajoz por jornaleros les salió cara durante la
República pero sobre todo cuando los insurrectos tomaron Badajoz. No tenéis que
ir a libros de historia porque la entrada de la Wikipedia es bastante concisa.
De la Masacre de Badajoz sólo destacaré las palabras de un General nacido en San Leonardo (de Yagüe):
“Por supuesto que los matamos. ¿Qué esperaba usted?
¿Que iba a llevar 4000 prisioneros rojos conmigo, teniendo mi columna que
avanzar contrarreloj? ¿O iba a soltarlos en la retaguardia y dejar que Badajoz
fuera roja otra vez?”.
Hubo varias razones
por las que el ejército rebelde no siguió con el exterminio sistemático y optó
por otras formas de represión, entre ellas destacaré esta:
"fusilar en masa a gentes sin más capital que
sus brazos habría acarreado desastrosas consecuencias
económicas y de producción".
Sobre las nefastas consecuencias del fanatismo de ciertas ideologías
cabe destacar la represión llevada sobre las mujeres y los profesores. Gente
que no encaja(ba) dentro de su marco establecido. Si tenéis estómago podéis
leer sobre la Matanza del Aguaucho Los señoritos nunca perdonaron
que las mujeres dejasen de ser sus ‘sirvientas’ aunque fuese sólo durante la
huelga y por ello se vengaron “les
obligaron a cocinarles, las violaron, las asesinaron y las arrojaron a un pozo.
A la caída de la tarde, se vio a los asesinos volver al pueblo en estado de
embriaguez y con la ropa interior de las víctimas ensartada en sus fusiles a
modo de trofeo de caza.”
Resumen
En esta entrada bajo unos hechos personales he querido mostrar que el
hecho de no hablar de algo no hace que no exista o que desaparezca. En la
segunda parte se han planteado dos hechos relativamente conocidos que al lector
poco informado le chocarán. En ese momento debería reflexionar cuánto sabe de
historia y debería reflexionar sobre ello.
Moraleja
Yo participé en las
manifestaciones para que se quitaran los nombres de generales franquistas de
las calles de Burgos, aunque fue sólo para acompañar. No estoy de acuerdo con
los objetivos. Me parece mal que se utilice el nombre de una calle para
homenajear a genocidas pero no me gustaría que sus execrables actos cayeran en
el olvido selectivo de los vencedores, ni en la desmemoria de nosotros las
generaciones posteriores.
¿Qué tal que la
calle General Yagüe limite con la de Reforma Agraria del 32 y por el otro lado
con Masacre de Badajoz?
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